Los Trastornos del
Espectro Autista (TEA) forman parte de los problemas de salud mental. Los TEA
son una serie de trastornos neuropsiquiátricos, catalogados como “trastornos
generalizados del desarrollo” según la clasificación diagnóstica del DSM-IV-TR,
los cuales pueden detectarse a edades muy tempranas (por definición, el
trastorno autista es de inicio anterior a los 3 años de edad) . Esta
disfuncionalidad tiene un impacto considerable no sólo en el correcto
desarrollo y bienestar de la persona afectada, sino también de los familiares,
dada la elevada carga de cuidados personalizados que necesitan.
La prevalencia de dichos trastornos ha
aumentado considerablemente, lo que unido a su carácter crónico y gravedad hace
que precisen un plan de tratamiento multidisciplinario personalizado y permanente
a lo largo de todo el ciclo vital, en constante revisión y monitorización, que
favorezca el pleno desarrollo del potencial de las personas con TEA y favorezca
su integración social y su calidad de vida.
Tradicionalmente se
ha considerado al autismo como un trastorno de escasa prevalencia (alrededor de
4-5 por 10.000 en los años 70) , pero en la actualidad las cifras han
aumentado1, llegando a alcanzar una prevalencia mayor de 60 por 10.000 para
todo el espectro autista.
En la actualidad, poco menos de 40 mil niños y un
número no definido de adultos padecen autismo en México; sin embargo, la
Secretaría de Salud (Ssa) sólo atiende a 250 menores. De acuerdo con expertos,
el desconocimiento y la falta de información sobre el padecimiento se
convierten en una grave dificultad para que las familias puedan atender a los
menores, la Clínica Mexicana de Autismo (Clima) calcula que existe un niño
autista por cada 150 nacimientos.
Tomado de: "Guía de Práctica Clínica para el manejo de paciente con TEA" |
A pesar de
que los TEA suelen manifestarse en edades muy tempranas, no todos los
profesionales que evalúan el desarrollo del niño sano frecuentemente, tanto de
atención médica (pediatras, enfermeras, médicos de familia), como del ámbito
educacional (profesores o educadores), han incorporado en su práctica diaria un
sistema de vigilancia que permita detectar trastornos del desarrollo de manera
eficaz, por lo que a veces la obtención de un primer diagnóstico llega a
demorarse meses e incluso años.
Dentro de
las ventajas que podemos encontrar tras una detección temprana podemos
encontrar:
- Prevenir o rectificar diagnósticos erróneos.
- Reduce la incertidumbre de los padres.
- Ayuda a la identificación de opciones de educación.
- Ayuda en la orientación profesional, e identifica servicios que faciliten dicha elección.
- Posibilita el consejo genético a las familias.
- Posibilita soporte ambiental adecuado.
- Facilita el contacto con otras personas o familiares con TEA.
- Ayuda a las personas con TEA a entenderse a sí mismos y a otras personas.
- Ayuda a otras personas a entender a las personas con TEA, incluyendo familiares, parejas y la sociedad.
- Previene problemas futuros de comorbilidad.
- Reduce el aislamiento.
DEFINICIÓN
Los TEA se defi nen como una disfunción neurológica
crónica con fuerte base genética que desde edades tempranas se manifiesta en
una serie de síntomas basados en una tríada de trastornos (tríada de Wing).
La gravedad, forma y
edad de aparición de cada uno de los criterios va a variar de un individuo a
otro, definiendo cada una de las categorías diagnósticas. A pesar de las
clasificaciones, ninguna persona que presenta un TEA es igual a otro en cuanto
a características observables.
ETIOLOGÍA
El autismo es un
trastorno cerebral complejo que afecta a la coordinación, sincronización e
integración entre las diferentes áreas cerebrales. Las alteraciones esenciales
de estos trastornos (interacciones sociales, comunicación y conductas
repetitivas e intereses restrictivos) se justifican por múltiples anomalías
cerebrales, funcionales y/o estructurales, que no siempre son las mismas.
Se ha propuesto
dividir al autismo en primario y secundario; Los casos de tipo secundario explican
entre 10 a 30% del total de pacientes y entre las posibles causas destacan la
esclerosis tuberosa, rubéola intrauterino, Síndrome X frágil, Síndrome de
Cornelia de Lange, Síndrome de Angelman, encefalitis por herpes simple,
fenilcetonuria, uso de fármacos durante el embarazo, etc.; de todas ellas la
más común es la esclerosis tuberosa.
Con respecto al
autismo primario, los avances más recientes resaltan la importancia de los
factores genéticos y de algunos posibles factores ambientales que dan lugar a
alteraciones cerebrales muy tempranas.
CLASIFICACIÓN DE LOS TRASTORNOS DEL ESPECTRO AUTISTA.
Siguiendo la
clasificación diagnóstica del DSM-IV-TR se identifican cinco tipos de
trastornos en los TGD:
- Trastorno autista, autismo infantil o Síndrome de Kanner. Manifestaciones en mayor o menor grado de las tres áreas principales descritas anteriormente.
- Trastorno de Asperger o Síndrome de Asperger. Incapacidad para establecer relaciones sociales adecuadas a su edad de desarrollo, junto con una rigidez mental y comportamental. Se diferencia del trastorno autista porque presenta un desarrollo lingüístico aparentemente normal y sin existencia de discapacidad intelectual.
- Trastorno de Rett o Síndrome de Rett. Se diferencia en que sólo se da en niñas e implica una rápida regresión motora y de la conducta antes de los 4 años (con estereotipias características como la de “lavarse las manos”). Aparece en baja frecuencia con respecto a los anteriores. Este trastorno está asociado a una discapacidad intelectual grave. Está causado por mutaciones en el gen MECP2124.
- Trastorno desintegrativo infantil o Síndrome de Heller. Es un trastorno muy poco frecuente en el que después de un desarrollo inicial normal se desencadena, tras los 2 años y antes de los 10 años, una pérdida de las habilidades adquiridas anteriormente. Lo más característico es que desaparezcan las habilidades adquiridas en casi todas las áreas. Suele ir asociado a discapacidad intelectual grave y a un incremento de alteraciones en el EEG y trastornos convulsivos. Se sospecha por tanto que es resultado de una lesión del sistema nervioso central no identificada.
- Trastorno generalizado del desarrollo no especificado. Agrupa todos los casos en los que no coinciden claramente con los cuadros anteriores, o bien se presentan de forma incompleta o inapropiada los síntomas de autismo en cuanto a edad de inicio o existencia de sintomatología subliminal.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
Los principales
síntomas del autismo son alteraciones en el comportamiento social, en la
comunicación verbal y no verbal y en el margen de intereses y actividades del
niño. Contrario al concepto que se tenía previamente sobre la falta de ligazón
afectiva por parte de los autistas, extendido aún entre la población médica,
los niños autistas pueden mostrar afecto y tener una adecuada relación afectiva
con sus padres o personas de su entorno. Este hecho debe recalcarse debido a
que algunos médicos tienen la idea de que una adecuada interacción afectiva
descarta el diagnóstico de autismo, lo cual no es cierto.
La alteración del
lenguaje es una piedra angular para el diagnóstico. Todos los niños autistas
muestran alteraciones graves del lenguaje, que pueden abarcar desde una
ausencia total del mismo, pasando por déficits en la comprensión y el uso
comunicativo del lenguaje verbal y la mímica, hasta una disprosodia leve.
Cuando el lenguaje
está presente es muy común encontrar ecolalia (repetir involuntariamente
una palabra o frase que acaba de pronunciar otra persona a
modo de eco), palilalia (repetición espontánea e involuntaria
de sílabas o de palabras), neologismos (creación de palabras nuevas),
lenguaje idiosincrásico (giros verbales sin significado para otras personas),
lenguaje telegráfico y errores gruesos en el uso de tiempo y persona (el niño
autista se refiere a sí mismo diciendo: "tienes hambre",
"quieres dormir', "Fulanito quiere", etc). Las alteraciones del
lenguaje son tan importantes que constituyen el eje del diagnóstico temprano.
Recientemente un
grupo de expertos en el área estableció los siguientes criterios como
indicación absoluta para evaluación inmediata:
a) Ausencia de
balbuceo, señalamiento (pointing) u otros gestos a los 12 meses.
b) Ninguna palabra a
los 16 meses.
c) Ninguna frase
espontánea de dos palabras (no ecolálica) a los 24 meses.
d) CUALQUIER pérdida
de CUALQUIER lenguaje a CUALQUIER edad.
De acuerdo a este
comité de expertos, cualquiera de estos hallazgos debe motivar una
investigación exhaustiva, considerando el autismo entre los posibles
diagnósticos. La comunicación no verbal es igualmente defectuosa. El niño
autista no se comunica adecuadamente con gestos o mímica, algunos expresan sus
deseos llevando a la persona hacia el objeto deseado (utilizan al otro como una
herramienta). El autista experimenta dificultades importantes para comprender
también el lenguaje gestual o mímico, es decir no comprende adecuadamente las
expresiones faciales o corporales de enojo, de felicidad o de aceptación. Se
han reportando también alteraciones sensoperceptuales como hiper o
hiposensibilidad a estímulos (auditivos, visuales, táctiles,etc), distorsiones
de la percepción y dificultades en la integración multimodal. La conducta del
autista presenta también una amplia gama de alteraciones. Con frecuencia
muestran mal control de impulsos, agresividad verbal y física, autoagresividad,
conducta aberrante, etc. Los berrinches de duración y magnitud fuera de toda
proporción con el detonante son una manifestación muy frecuente y de difícil
manejo. El miedo intenso o verdadero pánico ante situaciones desconocidas o
ruidos intensos es también muy común. Casi todos los autistas muestran una muy
deficiente interacción social y en ocasiones verdadero rechazo a entablar un
contacto con otras personas. Con frecuencia no responden al interlocutor y
muchos evitan el contacto visual ("mirada vacía o transparente").
Los niños autistas parecen no darse cuenta de los
sentimientos de otras personas y del impacto negativo de su propia conducta
sobre los otros, no son capaces de hacer amigos y de participar en los juegos
con otros niños; a pesar de ello, no parecen afectados por este aislamiento
social.
Los rasgos de
conducta rígida, resistencia a los cambios (se empeñan en comer siempre lo
mismo, jugar con los mismos juguetes o el mismo juego monótonamente y sin
cambios, o vestir siempre la misma ropa) es un dato común en estos niños. Los intentos de cambiar estas rutinas
encuentran con frecuencia una resistencia obstinada y pueden ocasionar
berrinches feroces. Las estereotipias motoras son notables e incluyen aleteo de
manos, giros de la cabeza, balanceo de partes o todo el cuerpo, etc., y pueden
perdurar durante largos periodos de tiempo. La conducta autoagresiva como
morderse, jalarse el cabello azotar su cabeza, etc., son también parte del
cortejo sintomático.
Con respecto al nivel de inteligencia existen
grandes variaciones, que van desde deficiencia mental profunda hasta
inteligencia superior. Es un hecho bien documentado, que aproximadamente 30% de
pacientes autistas tiene IQ por arriba de 70. Algunos autistas pueden tener
capacidades superiores en un estrecho margen de habilidades (por ejemplo:
cálculo, memorización automática, solución de rompecabezas o memoria verbal),
en presencia de una incompetencia cognoscitiva global. El nivel de IQ juega un
papel pronóstico muy importante y se ha comprobado que la mayoría de aquellos
que logran desarrollar un lenguaje comunicativo y un buen nivel de autonomía
son aquellos con un IQ más elevado.
Existen dos condiciones que se asocian al
autismo con bastante frecuencia: la epilepsia y el trastorno por déficit de
atención e hiperquinesia (TDAH). Hasta 20-30% de autistas pueden presentar
epilepsia en algún momento de su vida; cualquier tipo de epilepsia puede llegar
a presentarse y se han descrito dos picos de mayor incidencia, uno en la infancia
y otro en la adolescencia. Curiosamente, pueden mostrar periodos de atención
anormalmente largos en actividades que, les interesan.
Son muy frecuentes
también las alteraciones del sueño; dificultades en el inicio y mantenimiento
del mismo, despertares múltiples, vagabundeo nocturno, patrones irregulares de
sueño-vigilia, sueño de poca duración, etc. El manejo de estos problemas con
frecuencia es difícil.
CRITERIOS DIAGNÓSTICOS
Existen diversos criterios, cada uno enfocado a cada trastorno dentro del espectro, lo importante para el primer nivel de atención es poder observar de manera temprana las señales de alarma y las manifestaciones clínicas con el fin de poder referir al paciente a un nivel de atención superior.
En las siguientes ligas podrás encontrar artículos relacionados con el tema en caso de que quieras adentrarte más en el tema:
- "Guía de Práctica Clínica para el Manejo de Pacientes con Trastornos del Espectro Autista en Atención Primaria"
- "Conceptos actuales sobre la etiología del autismo"
- "MRC Review of Autism research: Epidemiology and causes"
- "Trastorno del autismo y discapacidad intelectual"
No te olvides de darle like a nuestra página en Facebook, y seguirnos en Twitter. Tampoco olvides compartir esta publicación si te ha gustado así más personas podrán unirse a la comunidad.
0 comentarios:
Publicar un comentario